
En el mundo digital actual, perder información puede ser tan grave como perder documentos físicos esenciales. A pesar de la rapidez y durabilidad de las SSD (unidades de estado sólido), confiar únicamente en ellas es un error frecuente, por lo que nunca está de más tener una copia de seguridad preparada de antemano. Un fallo repentino puede borrar años de trabajo en cuestión de segundos. Por eso, conocer los riesgos y las estrategias para proteger los datos es fundamental para cualquier usuario.
La fragilidad de los SSD y por qué hay que hacer copias de seguridad
Aunque los SSD superan a los discos duros tradicionales (HDD) en velocidad, resistencia a golpes y ausencia de piezas móviles, no son indestructibles. Pueden fallar por diversas razones: subidas de tensión, fallos en el controlador, daños físicos o desgaste por uso continuado. A diferencia de los HDD, que a veces avisan con ruidos extraños o disminución del rendimiento, los SSD pueden dejar de funcionar sin previo aviso, haciendo que toda la información desaparezca al instante.
Este tipo de incidentes no distingue entre particulares y empresas. Incluso los modelos más nuevos pueden ser víctimas de ransomware, eliminación accidental o fallos súbitos. En la mayoría de los casos, no hay forma de recuperar los datos sin ayuda profesional, y el éxito nunca está garantizado.
La lección es clara: confiar en un único dispositivo de almacenamiento es arriesgado. La verdadera protección viene de mantener copias actualizadas en diferentes lugares y formatos. Sin una estrategia de respaldo, cualquier SSD, por fiable que parezca, puede convertirse en un punto único de fallo con consecuencias irreversibles.
Estrategias prácticas para mantener la información a salvo
La forma más efectiva de evitar pérdidas es implementar una estrategia de copia de seguridad bien pensada. Una de las opciones más accesibles es la copia en la nube, que sincroniza de manera automática los archivos importantes con servicios como Google Drive, Dropbox o OneDrive. Esto permite acceder a la información desde cualquier dispositivo y lugar, incluso si el equipo principal falla.
Otra medida es realizar copias periódicas en discos duros externos —HDD o SSD— que no estén siempre conectados al ordenador, para protegerlos de virus o ataques de cifrado. Antiguas funciones como la carpeta “Maletín” de Windows facilitaban este proceso; hoy en día, existen herramientas modernas que ofrecen sincronización y respaldo automáticos con mayor control.
El almacenamiento redundante, que consiste en tener varias copias en ubicaciones distintas (por ejemplo, casa, oficina y un espacio seguro fuera del sitio), añade una capa extra de seguridad. Al elegir un sistema de respaldo, es importante valorar tres aspectos: facilidad de uso (para que el proceso sea constante), fiabilidad del proveedor y flexibilidad para seleccionar qué se guarda y con qué frecuencia.
Los especialistas recomiendan hacer copias al menos una vez al día o siempre que se realicen cambios importantes. Además, aunque no se pueden prevenir todos los fallos de un SSD, sí es posible prolongar su vida útil evitando escrituras innecesarias, manteniendo una temperatura adecuada y actualizando el firmware. Invertir unos minutos en proteger la información puede ahorrar no solo dinero, sino también la frustración de perder datos valiosos para siempre. Por lo que siempre que se tenga un SSD, es recomendable tener una copia de seguridad a mano por si las dudas.

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