En todos los sistemas informáticos, las unidades de almacenamiento cumplen un rol fundamental. No sólo es necesario mantener la información a resguardo de manera permanente, sino que también es importante asegurarse que la transacción continúa de información nueva se realice de forma segura y sin errores.
Por lo general podemos considerar que las unidades de almacenamiento son dispositivos periféricos del sistema, actuando como soporte de las operaciones que los usuarios realizan. En este marco amplio de la definición, podemos considerar tres niveles de almacenamiento: a nivel del operador que introduce los datos, a nivel del servidor que alberga el sistema, y en la mayoría de los casos un tercer nivel relacionado con las locaciones remotas (la nube, por lo general) donde se depositan copias de seguridad o se llevan a cabo operaciones importantes de cruce de análisis de datos. Los primeros dos niveles son internos al sistema de la organización, desde un punto de vista del hardware, mientras que las locaciones remotas de la nube son externas, y en consecuencia el usuario tiene menos control sobre las mismas.
Queda claro que en cada uno de estos tres niveles existen riesgos, básicamente debidos a problemas en dos grandes áreas: impericia del operador o error humano, fallas en el equipo o accesos no permitidos (hacking). En consecuencia es necesario desarrollar una política de manejo de información que contemple los eventuales fallos en cualquiera de estas áreas.
Las unidades de almacenamiento también pueden clasificarse en unidades primarias o secundarias. Por lo general, desde un punto de vista lógico se considera que las memorias externas a los equipos son secundarias, aunque esta distinción, gracias a la arquitectura actual de los sistemas de información, tiende a ser irrelevante debido a que un punto de vulnerabilidad en cualquier unidad de almacenamiento afectaría potencialmente la integridad de todo el sistema.
También es importante mencionar que la distinción lógica entre unidades de almacenamiento no siempre se corresponde con una diferencia física. Para decirlo con otras palabras, un mismo disco duro puede estar particionado, desde un punto de vista lógico, en varias unidades. Queda claro que esta realidad refuerza la idea de que todo el sistema es vulnerable ante un fallo. Las unidades virtuales son simplemente enormes “directorios” que, aunque responden a otra lógica de almacenamiento que la de una simple carpeta, se pueden crear gracias a un archivo de imagen especial, siendo éste típicamente el caso de los discos virtuales.
Muchos terminales de operadores en grandes organizaciones sólo disponen de unidades USB como forma de almacenamiento externo, aunque esto no las hace menos vulnerables, por ejemplo a un intento malintencionado de copia información. Cabe destacar que con que un terminal tenga un virus malintencionado, éste se puede convertir en la puerta de acceso a una verdadera catástrofe en la integridad del sistema.
De acuerdo a su naturaleza, es decir la forma física cómo las unidades guardan información, podemos dividir a las unidades de almacenamiento en tres grupos distintivos: los dispositivos magnéticos, los ópticos y los de Estado sólido.
Los dispositivos magnéticos son los que nos acompañan desde hace más tiempo. Podemos contar entre ellos la noble cinta magnética y los discos duros tradicionales. Básicamente su funcionamiento se basa en una capa magnética capaz de ser “escrita” por una descarga controlada de electricidad. Esto genera que determinados sectores de la superficie adquieran carga, la base del código binario que finalmente está en el corazón de todo almacenamiento de datos.
Los dispositivos ópticos también son muy conocidos por los usuarios y son las unidades de CD o DVD, aunque últimamente están entrando en desuso.
Finalmente las unidades de memoria flash se han convertido en el soporte de almacenamiento predilecto, de la mano de dispositivos móviles como tabletas y teléfonos móviles. Técnicamente desde las micro tarjetas SD hasta los pendrives son memorias de este tipo, también conocida como Estado sólido. Han superado ampliamente la capacidad de almacenamiento de los dispositivos ópticos en un tamaño verdaderamente reducido, y a precios de mercado cada vez más económicos.
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