Los datos son un activo poderoso e indispensable que toda persona debe aprovechar. Sin embargo, la acumulación y el almacenamiento de datos presentan su propio conjunto de desafíos. La información almacenada está a merced de las soluciones de almacenamiento que se elijan. Las soluciones de almacenamiento físico pueden resultar especialmente problemáticas, ya que un fallo del dispositivo puede provocar la pérdida de datos. Por desgracia, cuando surge la recuperación de datos, hay mucha desinformación que se confunde con las buenas prácticas. Por ejemplo abrir, congelar el disco duro, utilizar software poco confiable… Gran parte de esta desinformación se debe en parte a los mitos sobre el funcionamiento de los dispositivos de almacenamiento.

“Una vez que se pierde, desaparece para siempre”

Muchas personas llegan a la conclusión prematura de que sus datos desaparecen para siempre una vez que se produce la pérdida de datos. Esto es totalmente incorrecto. Las unidades no borran los archivos, sino que escriben sobre ellos cuando el espacio está marcado como disponible. Cuando una persona borra un archivo, ya sea accidentalmente o a propósito, la unidad registra este nuevo espacio como “libre”. Sin embargo, el archivo en sí no se borra.

Mientras el usuario evite realizar acciones que provoquen que la unidad sobrescriba ese lugar recién despejado, tu archivo permanecerá en esa unidad. Por eso es importante que el usuario deje de utilizar inmediatamente su dispositivo hasta que un especialista en recuperación de datos pueda intentar recuperar lo eliminado.

Unidades de estado sólido SSD

Cuando las unidades de estado sólido (SSD) aparecieron por primera vez en escena, fueron aclamadas como una nueva era en el almacenamiento de datos. Eran más rápidas que los discos duros y, al no contener piezas móviles, se pensaba que fallarían con menos frecuencia que sus predecesores. Sin embargo, se trata de un mito que ha animado a demasiadas personas a decantarse por las unidades SSD sin comprender que los fallos de las unidades también tienen mucho que ver con el uso que se hace de ellas y con su sistema de recogida de basura, más que con su composición.

Lo cierto es que todas las unidades fallan en algún momento. Dado que las unidades SSD son más propensas a la corrupción de datos y a ciertos tipos de pérdida de datos por error del usuario que las unidades de disco duro, la lección aquí es que hacer una copia de seguridad de los datos es una tarea esencial.

“Congelar el disco duro”

Aunque parezca una locura, de hecho tiene sentido que se haya vuelto un mito. En los primeros tiempos de los discos duros, los fallos de los mismos podían solucionarse colocando la unidad temporalmente en el congelador. Como la mayoría de los fallos de los discos duros se debían a que los cabezales de lectura/escritura estaban atascados, congelar los discos duros ayudaba a liberarlos. A continuación, los usuarios podían volver a introducir las unidades en el ordenador y recuperar los datos antes de que las unidades se calentaran de nuevo.

La advertencia es que los congeladores utilizados para este proceso estaban especialmente diseñados. Además, con la mejora de la tecnología de lectura/escritura a lo largo de los años, tirar los discos duros en un congelador normal no tendrá ni de lejos el mismo efecto. Más bien al contrario, puede causar un daño mayor e irreversible a tu equipo. En su lugar, lleva tu dispositivo a un especialista en recuperación de datos lo antes posible.

Sufrir un fallo de la unidad y la pérdida de datos puede ser un acontecimiento frustrante. Las personas prosperan gracias a los datos, y no tener acceso a ellos es como intentar correr una carrera con los ojos vendados. Por lo tanto, es importante que, cuando se produzca una pérdida de datos, no procedas a congelar tu disco duro. Sino ve a que tus dispositivos sean reparados por un profesional con conocimientos y experiencia. Esto ayudará a minimizar las consecuencias de la pérdida de datos.